DANKE BERLIN ¡INOLVIDABLE!
Necesito escribir este post a modo de recordatorio para futuros retos. Y que me sirva, nos sirva, de hoja de ruta para los entrenos malos, los días grises y las semanas en las que pensamos que deberíamos tirar la toalla. El maratón de Berlin ha sido más que la décima vez que me enfrentaba a un 42K y a mi primer major. Ha sido una etapa de reconocimiento tanto personal como mental y de tomar conciencia sobre mi misma. Y eso es lo que de verdad me mueve a seguir corriendo, a seguir retándome, a seguir contándolo…

En junio dije que sí a esta aventura. Era una prueba de fuego por los entrenamientos largos en verano pero no podía negarme. Además, mi vida iba a sufrir cambios en lo laboral y necesitaba una obligación deportiva para seguir motivada más allá del running. Como sabéis por mis redes sociales ha sido un verano de muchos kilómetros al sol, de madrugones, de dudar, de caer y levantarse, de disfrutar… Por eso, Berlín ha sido tan especial: ha sido el broche de oro a unos meses intensos.
Berlín nos recibió con lluvia como preludio de lo que pasaría en el maratón pero es el encanto de esta ciudad. El sábado era el día de visitar la feria del corredor ubicada en el aeropuerto de Tempelhof que lleva cerrado desde 2010 como tal y que se utiliza solo para grandes eventos. Un lugar increíble con una feria del corredor enorme. Recogida de dorsal, visita a stands, compra obligada de la camiseta oficial y paseo de rigor para impregnarte del ambiente de un major ¡es la mejor manera de que poner a prueba tus nervios!



Y llegó el domingo, el día tan esperado por casi 47.000 corredores que nos colocábamos en la línea de salida. Un inicio de carrera muy especial, en Tiergarten, en una avenida enorme que coincide con la zona de meta quedado a mis espaldas la famosa Puerta de Branderburgo. Ambientazo desde bien temprano, organización de lujo, cajones bien señalizados y todo en un riguroso orden alemán. Me coloco en mi cajón 45 minutos antes de mi horario de salida e intento grabar imágenes a fuego en mi mente: sé que estoy viviendo algo único. Miles nacionalidades, nervios, risas, selfies y muchas ganas de correr. A las 9:50 en punto dan la salida y yo mi primera zancada. Empezaba para mi el décimo maratón y tenía claro que estaba viviendo algo único, histórico y emocionante. Iba a luchar con todas mis fuerzas por esa meta.




La temperatura era ideal, brisa fría y cielo encapotado. Pero sabía que la previsión daba lluvia a media mañana. Y así fue. Los primeros 10 kilómetros se pasaron demasiado rápido y yo estaba emocionada aún. Muchísima gente animando, las calles de Berlín enteras para mi, la gente volcada y mucho ambiente de maratón. Como ya me ha pasado otra veces en el kilómetro 16 me da una especie de bajón emocional pensando si seré capaz, si aguantaré bien, si llegaré a meta… De repente aparece en escena Mónica, una seguidora gallega molona que me saluda y nos apretamos las manos como señal de apoyo y de fuerza. Eso me pone muy contenta.

Sigo corriendo sin pensar y llego a la mitad del recorrido muy bien y con ganas, me doy cuenta que mi cabeza es mi peor enemiga ya que mis piernas responden a la perfección. Y de repente se pone a llover con intensidad y se me olvidan todas las tonterías: correr con lluvia no me gusta, pero no queda otra. A los pocos kilómetros me doy cuenta que voy calada hasta los huesos, los pies también por los charcos pero sigo corriendo sin problema. Estoy casi en el kilómetro 30 y mi cuerpo sigue disfrutando: es en este momento cuando todo vuelve a tener sentido y solo conecto con los pensamientos positivos. De ahí a meta, me dije.


Solo me preocupo de los charcos del suelo para evitar resbalar o pisar mal y lesionarme (ahora entiendo el dolor de tobillos de estos días). Sé que esos 10 kilómetros me van a llevar a la meta y los otros dos hasta completar la distancia maratoniana siempre los utilizo para disfrutar, para pensar en mi, para felicitarme como corredora y para saborear los metros finales al éxito. Sigue lloviendo pero Berlín está tan gris y tan bonito que no importa. Cuando piso el kilómetro 35 acababa de pasar una zona comercial llena de gente, sabía que quedaban los mejores kilómetros y mis piernas iban muy bien. Adelantaba corredores y no pensaba nada más que en esa meta. En el kilómetro 39 miro al suelo y me doy cuenta que estoy pisando el antiguo muro de Berlín que se muestra entre el asfalto como señal de la historia más reciente de esa ciudad. Y sonrío, sé que soy una privilegiada y que estoy formando parte de una carrera histórica. Dos giros después veo la última avenida que lleva a meta y al fondo la famosa Puerta de Brandenburgo. Ahora sí, allí estaba para mi y la emoción me pudo. Mil cosas pasaban por mi cabeza pero la que más se repetía era: vive con intensidad este momento, te lo has ganado a pulso todos estos meses. Y eso hice. Reir y llorar.


Y allí estaba la meta después de más de 4 horas corriendo. Mi meta. Un sueño hecho realidad. Mi décima maratón. Mi primer major. Y la sensación de satisfacción que un reto así te deja en el cuerpo. En ese momento y a pesar del frío, la lluvia y el dolor de piernas sabes que volverías una y otra vez a la línea de salida, a los fines de semana de agosto levantándote a las 5 de la mañana, a los entrenos que me dejaron vacía y triste, a los días de series infernales, a las tardes en las que no quería salir de casa. Y esa medalla colgada del cuello te recuerda que hace siete años empezaste en esto y hoy soy dueña de mi futuro, de mis sueños y todo aquello que quiero conseguir.


Ahora me doy cuenta de lo vivido y sigo sonriendo al pensarlo. Orgullosa de formar parte de las más de 13.000 mujeres que el domingo llegaron a meta en Berlín, una cifra que debe seguir aumentando y en esa batalla me encuentro. En la de demostrarle al mundo que el poder reside en las ganas que le pongas a la vida, el empeño con el que persigas tus sueños y la perseverancia con la que luches para forjarte un camino. El mío muchas veces está lleno de kilómetros y voy en zapas de running. Y que esta es una batalla más ganada pero que mi guerra en el running aún no ha acabado. Me quedan muchas metas por conquistar.

P.D: gracias a Hispamovil por retarme y hacer posible este sueño, gracias a Bibi por sus entrenos de Maldito Running donde ha conseguido sacar lo mejor de mi, gracias a mi familia y amigos por aguantar a esta maratoniana y gracias a todos aquellos que creen que el mundo es de los locos.
Susan
1 octubre, 2019Que emoción mujer!!! Me has hecho llorar al leer tu bello relato. Creo que es necesaria en la vida tener retos o maratones, correrlas, disfrutarlas y vivirlas.
Una vez otra gran mujer, Javiera Suárez, al enfrentar el cancer dijo algo que me recordaste con tu experiencia. Las cosas malas pasan pero las buenas también van a pasar.... disfrúta la vida a concho y no dejes de correr. Por ti, por todas.
Anna
1 octubre, 2019Erica.
Un relato emotivo, un maratón que has conseguido con esfuerzo y constancia. Te lo merecías, en ningún momento dude que lo conseguirías. Gracias por lo que nos das, que es mucho.
Un abrazo muy fuerte campeona.
Y ahora a los nuevos retos y proyectos de trabajo.
Vamosssss 🚀🚀🚀🚀🚀
Sole
1 octubre, 2019Emocionante , yo debuto este año en Valencia ,espero que me vaya como a ti , ya te contare ,un beso
Susana
1 octubre, 2019Enhorabuena por esa 10 maraton...
Es que alientas a cualquiera a seguir corriendo
Yo voy a prepararme la media de santa pola y ya me doy con un canto en los dientes.Enhorabuena de nuevo
Rosmery Madera
2 octubre, 2019Buenas noches, empecé a seguirte recientemente, tengo 52 años, en noviembre voy a correr NYCM, es mi 2do maraton y reconozco al leerte muchas de las emociones y sentimientos que he sentido en estos meses, pero hay una certeza en mi, y es que quiero hacerlo
Leticia
2 octubre, 2019Amiga, anoche después de la ducha no fue, pero sí esta mañana de camino al trabajo. Estoy con la lágrima colgando, muy emocionada, leyendo tu experiencia. Me imagino en dos meses, con sensaciones similares, y me invade el vértigo. Porque, además bien lo sabes tú, será mi primero. Gracias por compartirlo, también lo malo, por mostrar que todo requiere esfuerzo y dedicación, pero que se consigue y se disfruta. Aún se me hace un mundo pensar que voy a estar corriendo casi 5 horas. Pero sé que lo haré, como he hecho tantas cosas antes que también parecían imposibles. Te lo digo siempre y me reafirmo: eres pura inspiración. Te quiero.
Elena
3 octubre, 2019Buf... Qué emoción! Felicidades!